Varios escritores de la antigüedad (Herodoto, Estrabón, Plinio etc) hacen referencia a una antigua civilización en el extremo oeste del Mediterráneo, conocido como Tartessos. Herodoto cuenta la leyenda de un marinero griego llamado Colaios quien fue arrojado fuera de su ruta a un reino rico en plata y otros metales llamado Tartessos. Después de haber sido entretenido durante algunos meses por el Rey Argentonio, su barco fue llenado con plata y se regreso a Grecia.
Aunque hay poca evidencia firme de la existencia de un reino especifico llamado ‘Tartessos’, sabemos sin duda que Iberia era una importante fuente de plata por el Cercano Oriente durante la Edad del Hierro. Debido a esto, los comerciantes y colonizadores fenicios llegaron en tropel a las costas de Iberia para llevar la plata dando la vuelta al imperio Asirio. Los fenicios comenzaron a llegar alrededor de 1,000-900 ac, su primera gran colonia fue Gades (Cádiz moderno). Siglos más tardes, llegaron los griegos y establecieron su principal colonia en Emporiae (hoy conocido como Ampurias) en 575 ac. Un proceso similar de la difusión cultural ocurrió en Iberia como en Sicilia, es decir que los íberos locales comenzaron a adoptar los estilos artísticos de los griegos y fenicios. El ejemplo más evidente de este proceso es una serie de famosas esculturas del Sudeste de España, como la Dama de Elche.
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